Mens sana in corpore sano

¿Dónde están los límites?

¿Dónde están los límites?

Ya es la segunda vez que coincido en  la nieve con grupos de esquiadores donde un monitor especializado acompañaba a un alumno ciego o con visibilidad muy reducida. Si alguna vez habéis ido a esquiar , sabréis que este deporte , además de ser maravilloso, tiene un antes y un después un tanto engorroso: carga esquís, ajusta botas, métete dentro de varias capas de ropa, guantes, casco, frió, colas … Es además un deporte con un cierto riesgo físico (es fácil caerse y a veces cuando te caes tienes una sensación de no control que resulta un tanto inquietante).

Imaginaros todo eso, sin ver, sin saber cómo es la pendiente que tienes delante, si en el telesilla debajo tienes 1 metro o 5, si hay mucha o poca gente en la pista, si hay placas de hielo… Y ahí están, con sus maravillosos monitores subiendo y bajando con una sonrisa que ilumina toda la montaña. ¿Y los demás? Con todos nuestros sentidos funcionando pero… a veces argumentando que no tenemos edad para hacer según qué cosas, otras que hace demasiado frió o que las botas me aprietan y tengo una herida de roce del zapato… o que la nieve esta regular… nos quedamos a los pies de la montaña, vencidos por un límite que está tan solo en nuestra mente.

Casualmente cuando andaba yo en estas reflexiones, mi hermana me mando un artículo donde hablaban de una labor que también están llevando a cabo con personas con visión reducida. Os invito a leerlo: Músculo y corazón en Les Corts. Es emocionante tanto por la actitud de los deportistas como por la generosidad de los voluntarios. Marc Gil es el protagonista del artículo, diagnosticado de una enfermedad, Stargardt, que le afecta la visión central y le deja sólo la visión periférica (me encanta como ha transformado Marc el termino enfermedades raras en personas de “edición limitada”).

Marc ha sido campeón de natación paralímpica y se ha inciado en el CrossFit hace poco donde no solo se ha erigido como campeón mundial en su categoría, sino que se ha titulado como coach (entrenador). Es a través de Marc que se inicia un proyecto de acompañamiento a personas con visibilidad reducida en el box de CrossFit donde entrena (en el barrio de Les Corts en Barcelona), se adapta el entrenamiento y se crea un programa de voluntarios que se desborda de solicitudes. Y ahí están, unos poniéndose fuertes y otros disfrutando de la compañía de esas fuentes inagotables de energía, optimismo y actitud. Y aprendiendo que realmente los límites están donde tu los pones y que los únicos obstáculos reales somos nosotros mismos.

Cada año cuando llega el buen tiempo, me planto delante de la piscina y me lanzo al agua de cabeza pegando el salto más alto que soy capaz de hacer. Y lo hago una y otra vez, para que no se me olvide que sigo siendo capaz de hacer la mayoría de las cosas que podía hacer con 15 años, aunque tenga 47. Lo mismo hago en invierno: me planto delante de esa pista negra de esquí (que me da una pereza enorme porque sé que me va costar) y allá voy… y cada dos o tres días vuelvo, no sea que un día por desidia deje de bajar negras, y después rojas y después azules.. y al final acabe en el bar diciendo que soy ya mayor para esto. Ahora tengo una técnica nueva para luchar contra mi mente cuando  se empeña en limitarme: Cogeré el artículo sobre Marc o simplemente echaré un vistazo a  su foto (que desborda energía) para recordar cuál es el verdadero espíritu, el que maneja el corazón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.