Mens sana in corpore sano

Reflexiones de una mujer cualquiera

Con la convocatoria del 8 de marzo y los escándalos de los últimos meses en relación a los acosos sexuales, las mujeres y nuestros derechos hemos vuelto a los titulares una vez más. Lo cierto es que , por desgracia , la violencia de género, nos mantiene en actualidad constante y nos recuerda que pese a lo mucho que se ha evolucionado en algunos aspectos, en lo que de verdad importa, los derechos fundamentales estamos lejos de llegar a niveles aceptables.

Me considero una mujer privilegiada, no tengo carencias de ningún tipo, tengo un trabajo donde  estoy bien valorada y una familia maravillosa , en la misma situación están la mayoría de la mujeres de mi entorno y aun así el hecho de ser  mujer nos condiciona en un montón de ocasiones y está presente (en aspectos en los que no debería influir) cada día.

Salvo honrosas excepciones (que aportan un poco de luz en el horizonte)  a pesar de que los dos trabajen fuera de casa, el peso de la gestión del hogar recae en la mujer. Somos las que compramos la ropa de los hijos, vamos a las reuniones con los profesores, organizamos las fiestas de cumpleaños, quien los lleva y los recoge, los inscribimos a las extraescolares,  a los campamentos de verano, les ayudamos con los deberes, compramos la ropa de deporte, los libros, y un sinfín de tareas cotidianas más de las que nuestras parejas a veces no conocen ni la existencia. Por norma nos encargamos nosotras y de vez en cuando ellos «nos ayudan». Respecto a la casa hablamos de los mismo, tanto la organización como la realización de las tareas recaen en nosotras , desde decidir la comida (algunas privilegiadas tienen maridos a los que les gusta cocinar) a hacer las maletas de fin de semana, pasando por ese interminable número de pequeñas cosas que se necesita cuadrar para que un hogar funcione. Y aunque sea un mito, es cierto también que además tenemos que estar estupendas, hasta mi madre, mujer moderna a la que adoro, me ha dicho en alguna ocasión algo como .. «arréglate antes de que llegue tu marido, que te vea bien guapa …» Ayer mismo se lo comentaba medio en broma a mi media naranja que llegaba de viaje.. “explicame ¿porqué cuando tu te vas tengo que ser yo la que te  cuida ,porque pobre has estado fuera, y cuando me voy yo tengo que ser yo la que te cuida también porque has estado en casa encargándote de los niños?”

Sinceramente no creo que podamos achacarlo a los hombres, creo que está tan dentro de nuestro ADN como sociedad que somos todos los que lo tenemos programado.

Los hombres de nuestra generación, en general están haciendo un esfuerzo para cambiar cosas pero tampoco lo tienen fácil, son muchos siglos a la espalda los que pesan sobre todos. A algunas mujeres (me incluyo a mi pesar) nos cuesta renunciar al papel de supermujer: «yo me encargo de todo  y no necesito a nadie“, “jamás pediré ayuda o reconoceré que no llego”, “ceder la responsabilidad sería un fracaso, etc, etc, etc» y no les dejamos espacio, ni les damos oportunidad.  Las estructuras familiares, las empresas, el cine… todos lo patrones que nos rodean refuerzan el mantenimiento de esos roles y hay que ser realmente un revolucionario para salirse del molde.

Lo que más me entristece cuando analizó esta situación es darme cuenta de que yo contribuyo a que perdure… y eso me indica lo difícil que será que cambie, que cambie el fondo.

Y si esto es lo que sucede en mi entorno «privilegiado» con que se tienen que encontrar esos millones de mujeres a las que se les añaden situaciones de pobreza, maltrato, guerra, abusos…

Siento que este escrito sea tan poco esperanzador, chicas, nos toca seguir luchando, y la principal batalla tenemos contra nosotras mismas, nuestro orgullo y el patrón mental de lo que suponemos se espera de nosotras, hay que renunciar al papel de supermujer o no saldremos de la trampa.

Pati Peguero

@mummyyoguini

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Tienes mucha razón, Pati. Seguiremos luchando y empezando contra nosotras mismas.

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